Nuestra historia

En mi pequeño pueblo de México, mi abuelo se levantaba con el sol, preparaba su burro y salía en busca de las piedras perfectas para dar vida a cada molcajete. Bajo la sombra de su taller al aire libre, con música de fondo, trabajaba con paciencia y destreza, tallando cada pieza a mano. Para él, no era solo un oficio, sino una tradición, un legado que pasó de generación en generación.


Con el tiempo, mi padre emigró a California, mientras que mi abuelo permaneció el pueblo natal, elaborando molcajetes. La vida nos llevó por caminos diferentes, pero los recuerdos de aquellos días nunca se desvanecieron: el sonido rítmico de la piedra, el aroma de las salsas recién molidas, la esencia de una cocina donde cada preparación tenía alma.

Años después, regresé con mis hijos al pueblo de mi abuelo. Frente a donde una vez estubo su antigua casa, observamos a los artesanos continuar con su oficio, tallando la piedra con la misma dedicación y amor. Al ver la fascinación en los ojos de mis hijos, comprendí que esta tradición debía perdurar. Así nació Casa de Molcajetes, un proyecto familiar y sincero. Mi esposo y yo decidimos apoyar a los talentosos artesanos del pueblo de mi abuelo, llevando su trabajo a hogares donde la tradición y el sabor auténtico aún importan. Cada molcajete cuenta una historia, la nuestra y la de generaciones pasadas, uniendo el ayer con el hoy.


Más que un negocio, es nuestro homenaje a la herencia familiar, una forma de honrar el pasado y compartir con el mundo la belleza de este arte ancestral. Porque en la cocina, como en la vida, todo es mejor cuando se hace con amor, familia y tradición.

Nuestra declaración de misión

Nuestro objetivo es preservar y compartir la tradición ancestral del molcajete, apoyando a los artesanos locales y llevando un pedacito de historia, cultura y sabor auténtico a cada hogar. Más que un simple utensilio de cocina, cada molcajete conecta con nuestras raíces, hecho a mano con amor y arraigado en la tradición.